2/27/2008

Entre líneas

Yo quiero que la niña que nace en España tenga padres que trabajen, pero que no sean gays o lesbianas, y que no estudie nada sobre ciudadanía y derechos, porque pueda decir, desde sus primeras palabras "de derechos no me hable". Quiero que esa niña estudie religión y no aspire a ninguna igualdad con los hombres. Quiero que esa niña no aborte nunca, así la violen multitudinariamente, respetando la voluntad de mi Dios, que es el más guapo y rubio de todos. Quiero también que esa niña estudie idiomas, matemáticas, ingeniería de suelos, geología, neurocirugía a una mano y corte y confección, pero que sea faro de la tolerancia para soportar cobrar un 30% menos que hombres menos preparados que ella. Quiero que esa niña sepa apoyar las guerras de agresión, que sepa odiar, con amor cristiano, a los nacionalistas y, por encima de todo, quiero que esa niña tenga las costumbres españolas, que son las mías, no las de los demás españoles, que no son tan españoles como a mí me gusta.

El contrato de Mariano

De todas las, llamémosles "propuestas", que ha lanzado Mariano Rajoy, incluida esa vieja promesa del neoliberalismo de "bajar los impuestos y subir el gasto", que nunca se ha materializado en los países donde han conseguido embaucar a los votantes, la más ofensiva, cavernaria y ultraderechista es, sin duda, el "contrato de inmigrante".

Verá usted: cuando una persona entra en un país, propio o extraño, es claro que debe ajustarse a las leyes de ese país, aunque le repugnen o no le parezcan correctas. Si la persona entra como inmigrante con o sin papeles, de turista, con contrato o no, la obligación sigue siendo la misma; igualmente, le guste o no tendrá que aprender a manejarse en el idioma de la gente que le rodea, sea o no oficial en el país, porque si no no podrá ni comprar, ni vender, ni saludar.

Dado que eso es un hecho, ¿para qué serviría un contrato como el propuesto por los, llamémosles "estrategas" del PP?

En términos legales no sirve para nada. Es una tautología bobalicona, una reiteración de lo que ya está establecido en el cuerpo jurídico que rige a España. No mejora las posibilidades de integración del inmigrante, no mejora el cumplimiento de las leyes (me recuerda mucho ese formulario de entrada a los Estados Unidos donde preguntan si uno viaja con objeto de matar al presidente de turno, que tiene una carga surrealista potente), no mejora la situación laboral de los inmigrantes ni obliga a los empresarios voraces (muchos de ellos fieles votantes del PP) a contratar a sus semiesclavos inmigrantes sin papeles.

Dado que de nada sirve en lo legal y en lo práctico de la relación entre España y los inmigrantes que en ella están, como una no-solución a un no-problema, queda claro que sirve para otra cosa, para una propaganda de segundas intenciones con esa mala fe que sólo se respira en las inmediaciones de Acebes, Zaplana e Ynestrillas.

Al "exigir" que los inmigrantes cumplan las leyes, Mariano y los suyos están sugiriendo insidiosamente que a) los inmigrantes no las cumplen, b) el PSOE es el culpable de que no las cumplan, c) el PP tiene la fórmula para que las cumplan. Que la enorme mayoría (uno está tentado a escribir "el 99%") de los inmigrantes cumplan las leyes queda así oculto tras la cortina de humo xenófobo. Al "exigir" que los inmigrantes se ajusten a las "costumbres españolas" la intención es la misma: se está afirmando que no se adaptan a su entorno y se culpabiliza a los socialistas, pero además se exalta ese modelo de españolidad que la derecha ha tratado de escriturarse en exclusiva, para un patrioterismo unilineal y antiplural, una españolidad de división y resta antes que de suma e inclusión, con patria para unos pocos y los demás a callar.

Esta propaganda, pues, está orientada a asegurarse el voto de los entusiastas manifestantes de los mítines organizados abiertamente o bajo cuerda por el PP durante toda la legislatura, esa ultraderecha minoritaria pero estridente y armada que presume de su participación en esas marchas que Mariano Rajoy considera "tan bonitas". Y está orientada también a calentar el perol de la xenofobia entre la ciudadanía, de hacer que sus vecinos de ojos rasgados, piel oscura o religiones diversas sean vistos con desconfianza y temor, pues el gran líder nombrado a dedo por Aznar nos dice que son delincuentes, exóticos y peligrosos... al menos mientras no firmen un contrato tranquilizador.

Otro paso a la derecha de un partido cada vez más despeñado en la indecencia democrática, el odio y el juego sucio.

2/25/2008

Mentiras memorables

José María Aznar:

"Todos sabemos, señorías que Saddam Hussein tiene armas de destrucción masiva." Ante el Congreso de los Diputados.

"El régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva." "De eso ¿está ud. seguro?", pregunta Sáenz de Buruaga y Aznar contesta: "Puede estar ud. seguro y pueden estar seguros todas las personas que nos ven que les estoy diciendo la verdad." Entrevista en Antena 3.

"Se equivoca su señoría, las armas de destrucción masiva existen y las verá su señoría." De nuevo en el Congreso de los Diputados.

"Todos los Gobiernos tienen información de carácter reservado. El Gobierno español tiene información, evidentemente, que el régimen iraquí, en función del armamento que tiene, del armamento biológico, el armamento químico y sus vinculaciones con los grupos terroristas, supone efectivamente una amenaza para la paz y la seguridad del mundo y supone también una amenaza para la paz y seguridad de España." A la prensa, el 23 de febrero de 2003.

Mariano Rajoy:

"Hay algunos datos que, en mi fuero interno, me hacen pensar que se trata de ETA. Y es que, además de que me lo dicen, yo tengo la convicción moral de que es así". Entrevista en El Mundo, 13 de marzo de 2004.

"Nadie en el PP ha dicho que ETA estuviera detrás del 11-M." Entrevista en 20 minutos, 19 de febrero de 2007.

2/05/2008

Estatismo de ocasión

La desaceleración económica que sufre España es, en parte, reflejo de la desaceleración europea, a su vez resultado en buena medida de los problemas económicos estadounidenses, de la fortaleza del euro y de el desequilibrio comercial resultante de esta disparidad que tiene el euro a precios de casi 1,35 dólares. El aporte local en el caso español proviene, también, de la voracidad de los empresarios de la construcción, de los aumentos de precios decididos por los comerciantes, en especial de las grandes superficies y los intermediarios de primer y segundo nivel. Eso lo sabe cualquiera que no esté en el Titanic en el que se ha convertido el Partido "Popular".

El Partido Popular, habitualmente tan defensor del "libre" mercado, de la economía liberal sin restricciones, del "libre" juego de la demanda y la oferta, etc., se ha convertido de pronto al estatismo al estilo de los planes quinquenales de la Unión Soviética, y ni el mercado, ni los tipos de cambio, ni el mercado internacional, ni los precios del petróleo (multiplicados desde que el gobierno de Aznar prometió que la guerra de Irak provocaría la baja en los precios), ni nada por el estilo son elementos determinantes en la economía. Todo es únicamente culpa del gobierno, específicamente el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, la piedra en el zapato de una derecha que aún no adquiere carta de respetabilidad como demócrata.

Al estalinismo de emergencia que sacó el Partido Popular del arcón de los trastos viejos se ha unido además una iglesia que permanece reacia a abandonar el siglo XVI y que asume con gozo su papel de "sector sobrenatural del PP" en la lucha por salvar la frágil embarcación de Rajoy, reducido cada vez más al papel de prestanombres de José María Aznar y portavoz de Ángel Acebes.

¿Serán estos elementos, junto con las patéticas demostraciones por Internet de la incapacidad de Mariano Rajoy de ser creíble ni con guión suficientes para derrotar a un gobierno que, por otro lado, goza de excelentes notas y apreciación por parte del electorado? No lo sabremos hasta marzo. Pero al menos ahora queda bastante claro cuán bajo algunos están dispuestos a caer para recuperar el poder, lección que sin duda es provechosa para los ciudadanos.